sábado, 19 de noviembre de 2011

La jornada de reflexión de Rotbailer.


En días como hoy, el señor Rotbailer baila con sus dos piernas, una más corta que otra, sobre la tumba de sus enemigos. 

Esto es algo puramente metafórico, no vayamos a mal pensar. 

Es su vecinita Esmeralda, representante de un amplio sector de la población, la que le observa a escondidas: Rotbailer está recortando esquelas con su larga lengua fuera de los labios y encolándose los pequeños trocitos por toda la cara. Mientras, se despliega en un ritmo hipnótico con su energético Chi, porque es sábado y gracias. 

Esmeralda no lo sabe, pero no es cola lo que utiliza para el ritual. Es un engrudo hecho con harina y agua. Rotbailer lo mueve con sus pequeños dedos hasta que tiene la densidad adecuada. Claro que no es cola. Lo contrario sería estúpido, hay agresiones para la piel que son estúpidas y permisibles, pero esas deben generar algún tipo de placer. Que no somos tontos. 

Y es que el señor Rotbailer cree que la vida es una fiesta, una celebración. Incluso en días como estos, cuando nos dirigimos hacia la masa con la alegría del verraco en ciernes de su nueva noche de armas. 

Claro, el verraco tampoco sabe por qué hace lo que hace. Pero su opinión bien merece un espacio. Lo tiene. Ya hay quien le proporciona las herramientas. Hembras para cubrir entre urnas de metacrilato. Vedlo aparecer, censado y aturdido. En el uso de sus derechos, inconsciente y semidios.

Y más de una vez cada cuatro años. 

Por eso Rotbailer baila con sus dos piernas. Verracos y esquelas. Harina, voyeur y democracia. Generando bastardos desde 1975. 

Es su concepto de reflexión. 





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